“Viven a nuestro lado,
los ignoramos, nos ignoran.
Alguna vez conversan con nosotros.”
(Octavio Paz)

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Inerme es una instalación con pequeñas esculturas construidas a partir de ramas y hojas, que son distribuidas aleatoriamente en el espacio. En mis búsquedas constantes por medio de experiencias con enteógenos he encontrado que las ramas construyen vínculos que de cierto modo intentan conectar distintas formas de entender la realidad. Este interés particular me lleva a reflexionar cómo se pueden re pensar las estructuras de la vida y cómo en este encuentro, se pueden entender éstas como nuevas formas de simbiosis.
Si pensamos en un futuro cambiante, podríamos imaginar como las formas de vida encontrarían un modo de comunicar antiguas visiones del mundo, conocimiento heredado de generación en generación por medio de una suerte de ADN que se encarga de construir una historia, incluso ahora podemos volcar la mirada hacía el pasado y evidenciar como la evolución marca el camino de una especie, pero no solo esto, podemos entender como en tiempos antiguos incluso se entendían los objetos bajo nociones distintas y sacras. Ahora, todo esto tiende a una fragilidad que abruma cualquier intento por comprenderlo, por ejemplo, una alteración en cualquier momento del transcurso del tiempo traería un cambio que evitaría mil posibilidades o probabilidades de existencia. Y en estas otras probabilidades ¿Las piedras no hablarían? ¿las ramas no escucharían? ¿el agua no sentiría? Y si habitamos una de estas probabilidades entonces ¿Las piedras no hablan? ¿las ramas no escuchan? ¿el agua no siente?

Inerme es una instalación que pretende evidenciar como metáfora, la fragilidad de las formas de vida y por ende demostrar que el hombre y naturaleza, al ser parte de un todo, pueden convivir sin afectarse entre sí.